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dijous, 22 de juliol del 2021

Dos ejemplos de mensaje

 

Algunas personas conocidas han manifestado dificultades para comprender mi análisis del libro “Hechos de los apóstoles”. Especialmente, me han insistido en las dificultades que hubiera habido en el caso de querer hacer intervenir a todos los apóstoles, o varios de ellos, en la narración del libro, por las dificultades de comunicación existentes, y mucho más para reunirse. Puesto que lo normal era que estuviesen en lugares distintos y quizá algo alejados, cada uno llevando a cabo su misión.

Creo que tienen razón, y entonces, lo que yo califiqué como la pregunta del millón (¿por qué se había silenciado a la mayor parte de los apóstoles?) queda relativizada, sin que la suprima como pregunta a considerar.

Sin embargo, mi punto fuerte era (y es) la diferencia entre el mensaje de Jesús y el mensaje de los principales apóstoles, según los ejemplos que yo exponía. Para hacer entender mejor mi argumentación, se me ocurrió comparar dos textos bíblicos parecidos en su forma (la pregunta) pero muy distintos en su contenido (la respuesta). Son esos dos:

 

La gente le preguntaba [a Juan Bautista]:

Así, pues, ¿qué tenemos que hacer?

Él les respondía:

Quién tenga dos túnicas, que dé una a quien no tiene, y quien tenga alimentos, que también los comparta.

Entre quienes iban a hacerse bautizar, había incluso unos publicanos [cobradores de impuestos], que le decían:

Maestro, ¿qué tenemos que hacer?

Él les respondió:

No exijáis más de lo que está establecido.

Igualmente, unos soldados le preguntaban:

Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?

Él respondió:

No uséis la violencia ni presentéis falsas denuncias para sacar dinero de nadie, y contentaos con vuestra soldada.

(Lc 3: 10-14)

 

 

Cuando oyeron esto, se trastornaron y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles:

Hermanos: ¿qué tenemos que hacer?

Pedro les respondió:

Convertíos, y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para obtener el perdón de los pecados, y así recibiréis el don del Espíritu Santo. (Más tarde les añade: Apartaos de esta generación perdida.)

(Hechos 2: 37-41)

 

Bueno, compas, yo soy totalmente consciente de que, con un hecho y otro hecho, no tengo base estadística para “demostrar” nada concreto, pero quiero llamar la atención sobre el hecho de que, en el esquema del libro, el autor da a Pedro tres oportunidades de plantear a un grupo de nuevos cristianos cuál debe ser la nueva forma de vida a la cual se les invita. Son el caso citado de Ac 2: 37-41, tras la recepción del Espíritu; Ac 3: 11-26, tras el discurso en el llamado Pórtico de Salomón; y Ac 10: 34-43, en casa de Cornelio.

En el primero, como he descrito, invita a convertir-se, bautizar-se y poca cosa más. En las otras dos ocasiones, ni siquiera les plantea nada. Claro que me dirán que en el discurso del Pórtico fue interrumpido por los sacerdotes y la guardia, y que en casa de Cornelio se quedó unos días, y en ellos algo les diría. Bueno: eso no es serio. O es un libro donde se muestra la vida de los primeros cristianos y a qué se les invita, o es un libro de anécdotas.

Creo que tenemos motivos para no sentirnos satisfechos de la actuación de Pedro.

Y entiendo que ello significaba regresar, de un camino de liberación propio y de los demás, a una religión basada en creer y algunas cosas más.