(Cuando tengamos mucha menos energía)
El compañero Joaquim Sempere, luchador de toda la vida, ha
publicado un libro titulado «Las cenizas de Prometeo». El significado del
título es el siguiente: Prometeo es un mito griego que habría beneficiado a los
mortales aportándoles el fuego para su uso. Pero el autor lo imagina como
protector de la alegre y loca carrera de la humanidad de quemar petróleo,
petróleo, petróleo, y todo tipo de combustibles, para producir productos,
productos, productos, muchas veces no necesarios. Pero esa locura no puede
durar demasiado: todos los recursos utilizados en esa «fiesta» (salvo el
nitrógeno) son finitos, limitados, y un día (pronto) se terminarán. Pero,
atención: mucho antes de terminarse, serán cada vez más escasos, y más caros.
Y… lo peor podría ser que los gobiernos, los grupos de poder, se «pelearan»
para quedarse los últimos restos. Entonces, el autor imagina que, de este loco
fuego, quedarán sólo… las cenizas. Y…
¿qué haremos con ellas?
La realidad: En
distintos momentos de la segunda parte de este siglo, irán escaseando y luego
terminándose, no sólo el petróleo (y el gas), sino los metales, los elementos
minerales portadores de nutrientes con que abonamos la tierra de cultivo para
que siga produciendo (por ejemplo, el fósforo), entre otros recursos.
Como punto en cierto modo muy expectante y curioso, expongo
lo siguiente: las tierras de cultivo, en vez de abonarse con los clásicos
abonos químicos, cuando estos escaseen, deberán volver a serlo, como había sido
siempre, con los excrementos de personas y animales, los cuales, en las
ciudades, en vez de echarlos de manera irresponsable al mar, deberán ser
recogidos y transportados en carros (en carros, porque los vehículos serán
escasos i sobre todo lo será la energía con que moverlos) a las granjas o
haciendas de los alrededores de la ciudad, donde se procurará producir tantos
alimentos como nos sean necesarios (ojalá, porque puede muy bien ser que
también resulten escasos).
Y, para cerrar, pero no todavía del todo, el capítulo de los
alimentos, que a lo largo de todo este proceso tiene que ser siempre el más
importante, resulta que la escasez, la carestía y, finalmente, la falta, de
petróleo incidirá sobre la agricultura de forma tremenda: no se podrá seguir
labrando con el tractor, o bien mucho menos, habrá que volver a labrar con el
arado, y con animales, y no hablemos de segadoras y cosechadoras, de modo que
la producción de nuestros alimentos exigirá mucha más mano de obra, y mucha
gente tendrá que trasladarse de la ciudad al campo. Pero ello trae, a su vez,
un corolario importante: se necesitarán muchas inversiones públicas para
construir muchas más escuelas, centros de salud, equipamientos culturales,
deportivos... con objeto de que los nuevos pobladores rurales tengan un mínimo
de acomodo.
Naturalmente, el petróleo y otros combustibles deben ser
reemplazados por la producción de energías limpias (sol y viento), pero hay un
consenso bastante generalizado de que jamás podremos, con la producción de
energía natural, tener una cantidad de energía comparable a la que nos
proporcionan las energías fósiles actuales. Tendremos que pasar con mucha menos
energía, además de ser limpia.
Cedo la palabra al autor, en pasajes seleccionados: «La
escasez de energía que inevitablemente se nos impondrá (incluso con una
transición energética a renovables) obligará a reducciones de nuestros consumos
en general y no sólo en energía, sino también en bienes y servicios de toda
clase, ya que la energía está en todas partes. Necesitamos energía para
cultivar la tierra y criar animales, para desplazarnos, para cocinar,
calentarnos y refrescarnos, para
producir electricidad, para elevar el agua que necesitamos, para calentar
hornos industriales, para conservar los alimentos, etc. Hay que actuar a la vez
en varias direcciones complementarias.»
«La primera y más urgente es la transición a un modelo
energético 100 por 100 renovable, que eliminaría de raíz la dependencia del
petróleo y demás fuentes fósiles de energía; y que cortaría de raíz el peligroso
agravamiento del cambio climático. Si se emprendiera pronto, todavía se podría
utilizar la energía concentrada de las fuentes fósiles y la transición
energética sería más fácil, pero no es este el caso: el cambio se está haciendo
a paso de tortuga. Otra dirección es la de sustituir la agricultura industrial,
muy dependiente del petróleo, por una agricultura ecológica.»
«El contexto de escasez de energía y de transición a las
renovables empujará a la migración desde zonas urbanas a zonas rurales. La agricultura
ecológica exige más mano de obra, y la carestía del transporte y de la
conservación de los alimentos exigirá una producción de proximidad. De ahí la
conveniencia de que aumente la población rural y disminuya la urbana.»
«Una tercera evolución será la transformación de la
industria. Adaptarse a la escasez de energía implicará adaptarse también a la
menor disponibilidad de materiales no renovables del subsuelo. (...) En todo
caso, la escasez obligará a fabricar artefactos más duraderos, reparables fácilmente
cuando se estropeen, diseñados para ser reutilizados y para reciclar fácilmente
sus componentes al final de su vida útil.»
«[La captación de energías renovables] requiere mucho espacio
para captar la energía y muchos artefactos técnicos para asegurar la cantidad y
la seguridad en el suministro a qué estamos acostumbrados. Pero además [los
aparatos para captar la energía] requieren, con las técnicas hoy disponibles,
cantidades de hierro y de metales escasos nada desdeñables. Si hubiera que
proveer a toda la humanidad [de medios para captar tanta energía como hoy
usamos] la disponibilidad de materiales se agotaría en pocos decenios. (...)
[Hay que aceptar] que un sistema energético mundial 100 por 100 renovable
exigirá sacrificar una proporción elevada de bienes de uso y consumo.»
«La celeridad con que se tomen estos tipos de medidas será
clave para evitar que se produzcan daños graves. Transición energética,
revolución agroecológica, reforma industrial y territorial y reorientación
tecnológica deberían avanzar en paralelo. Sólo así podrán evitarse las
eventuales situaciones de caos, colapso, violencia o regresión social.»
Todo eso yo no lo veré, pero tengo hijos, nietos y biznietos.